¿Cómo intervenir desde un gabinete de estimulación visual?
Entender a la estimulación visual, como sostén de la función materna, implica parte de un concepto. Hay un aspecto que puede perturbar el desarrollo de un bebé más allá de su daño orgánico (baja visión) y es la imposibilidad de establecer intercambios con su madre.
Cuando el niño intenta mirarse en los ojos de su madre, estos le devuelven dolor, angustia y rechazo.
Cuando procura establecer un pedido, su llanto no puede ser significado.
Cuando la sombra del diagnóstico, no deja "ver" a su hijo... es allí donde la patología invade el vínculo.
Podemos decir que el nacimiento de un bebé no coincide con su nacimiento simbólico, éste deberá afianzar una serie de procesos, para consolidarse definitivamente como sujeto.
El niño se ve según fue mirado y se identifica con la imagen que el otro tiene de él. Es esta primera identificación la que genera el advenimiento del yo.
¿Qué pasa cuando el que llega no es el esperado? Ellos que armaron la cuna con sus propias manos, para este niño maravilloso, "su majestad el bebé" (Freud), se encuentran con este niño marcado desde el inicio por el sello de la patología anunciada.
El psicoanálisis nos enseña de la función transcendental de la mirada en la función del sujeto.
En los primeros momentos de la vida del bebé "ser, es ser mirado". Soy mirado luego existo.
El no sentirse mirado por sus hijos, provoca en los padres, el deseo de no mirar, los padres de niños con baja visión, miran poco a sus hijos, los ven, pero no los miran, el mirar apunta a una intencionalidad del deseo de encontrarse con el otro. Como consecuencia de esta fallida relación madre-hijo a la que se suma la disfunción orgánica en estos niños, puede observarse que son niños con pocos deseos de conectarse con el otro, esquivando la mirada con el otro.
En nuestra práctica diaria, nos llegan padres en busca de ayuda, presos de angustia y temores, el terapeuta así, se halla entre la demanda de los padres y el saberse enfrentando a lo imposible, a lo que no se puede sanar o curar.
Nuestra intervención se inicia cuandonos instalamos dentro de esa escena, lo que hacemos y decimos cobra un significado especial para la madre. Todo nuestro conocimiento, debe estar dirigido a lograr que la mamá, deje de mirarnos a nosotros, para poder mirar a su bebé.
Orientar a la construcción de espacios de juego entre la madre y el niño, propiciando un ambiente facilitador, donde se posibilita el interjuego, mirar, ser mirado (remarcar los rasgos de la cara de la mamá, para aumentar el contraste, ya que es probable que las expresiones le resulten borrosas al niño con disminución visual, jugar con objetos llamativos, brillantes y a corta distancia...).
Concebimos entonces a nuestro trabajo como un sostén de la función materna, que permite el manipuleo del ser del bebé, a la vez que organiza la mostración de los objetos del mundo.
Construir un camino para que un niño se desarrolle saludablemente a pesar de la discapacidad específica que pudo haberlo afectado.
Bibliografía Consultada: Baraldi, Clemencia: "Jugar es cosa seria" Rodulfo, Ricardo: "El niño y el significante" Freud, S.:"Introducción al narcisismo, Obras Completas"
Prof. Paula Pedreira Prof. Susana Cortés
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