Antimio Cruz | Academia Viernes 4 de Junio, 2010 | Hora de creación: 23:22|
La Universidad de California en Irvine (UCI) pudo cultivar en un laboratorio tejidos que podrían ayudar a que invidentes recuperen la visión si la causa de su ceguera es un daño o degradación del fondo del ojo. Usando células madre de origen embrionario, los científicos elaboraron una retina básica, de ocho capas, con lo que los potenciales pacientes receptores volverían a ser sensibles a la luz, sus formas y colores.
El hecho de que esta retina cultivada tenga ocho capas significa que sería capaz de transmitir al cerebro imágenes tridimensionales pues un tejido de retina de menos capas sólo sería capaz de distinguir siluetas y sombras.
Hay que recordar que el estado de California se opuso firmemente, durante ocho años a la prohibición del ex presidente George Bush de desarrollar nuevas líneas de investigación con células madre embrionarias. Casi diez años después de ese veto, este logro científico parece darle la razón a su persistencia.
En un comunicado de la propia universidad se enfatiza que esta retina es el primer paso para que en el futuro se puedan hacer retinas “listas para trasplante”, que podrían beneficiar a millones de hombres y mujeres que padecen retinitis pigmentosa y degeneración macular. Las dos son muy comunes en México.
“Lo que conseguimos es una estructura compleja en la que están tejidas células de diferentes tipos”, indicó el líder del equipo de investigación Hans Keirstead, del Centro de Investigación en Células Madre Sue y Bill Gross, de la UCI. “Este es un avance mayor dentro de nuestra gran travesía para curar la ceguera por daños a la retina”.
En estudios anteriores, que no tienen nada que ver con la vista o el ojo, el equipo del doctor Keirstead originó un método con el cual podrían ordenar que células madre de origen embrionario se conviertan en células específicas de la médula espinal, es decir que lograron gobernar esa parte del proceso llamado diferenciación. De ahí se desprendió un método que está a punto de probarse a gran escala para curar daños en la médula espinal.
Después, el mismo equipo de científicos aprovechó los conocimientos que había obtenido para la diferenciación de células madre y los trasladó a otro gran reto, hacer que ese tipo de células madre o pluripotenciales, se transformara en las diferentes células necesarias para formar una retina.
El complejo tejido que forma a la retina incluye varias capas de neuronas interconectadas mediante sinapsis. Ahí se entrelazan también las células sensibles a la luz , llamadas conos y bastones. Los bastones funcionan principalmente en condiciones de baja luminosidad y proporcionan la visión en blanco y negro y la definición de las formas. A su vez, los conos operan en condiciones de mucha luminosidad y proporcionan la visión en color.
El área en la que tuvieron que trabajar para conseguir el tejido perfecto se llama ingeniería celular y en México también existe. Un ejemplo es el trabajo de ingeniería celular que realizan Andrés Castell y Miguel Herrera en la Facultad de Medicina de la UNAM para producir piel en laboratorio útil para pacientes quemados.
En el caso de los investigadores de California, su aportación fue imitar el momento en el que las células madre comienzan a hacerse diferentes unas de otras, estando juntas. Para conseguir este objetivo, los científicos de UCI tuvieron que hacer algo parecido a un sistema de riego microscópico que les permitiera llevar soluciones bioquímicas específicas a una u otra célula, en busca de que se especializara en una u otra función.
“Crear este tejido complejo es una primicia en el campo de la ingeniería con células madre. El mérito mayor fue del doctor Gabriel Nistor, miembro de nuestro grupo, quien solucionó el problema específico de llevar soluciones diferentes a las diferentes células madre y así estimular su formación en diferentes caminos”, subrayó Keirstead.
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